sábado, 30 de enero de 2016

El castillo de cristal, nuestro amado hogar.

En este punto de total confusión ya no se para quien escribo, siempre he pensado en ti como una 

pequeña prisionera en un castillo de cristal, tan hermoso pero tan frágil. En cualquier punto se 

puede quebrar, puedes ver a través de él pero irónicamente no puedes ver a través de ti.  Te 

pierdes en la confusión del espejo porque todo parece tan irreal. Cuentas los días para salir y al 

mismo tiempo te aterra hacerlo. 

Sabes que en cualquier momento tu hogar se puede quebrar en mil pedazos pero en este preciso 

momento pareces olvidarlo.

Olvidar es sencillo no se requiere de mucho esfuerzo te sumerges en una profunda inconsciencia y 

lo disfrutas, vives cada momento pero te rehúsas a crear infinitos en tu maravillosos universo donde 

el cosmos parece reducido a una pequeña canica.

Dime ¿No extrañas sentir? Me refiero a sentir permanentemente aceptar la felicidad y el dolor que 

viene después, te mentiría si dijera que es lo más sencillo del mundo. Sentir viene con un precio y 

no es nada barato.

Que significado tienen los minutos si después los dejas pasar y se rompen con el tiempo,  ¿Te 

gustaría formar un camino con segundos fragmentados? En pequeños cristales de tu castillo 

encantado.

Te digo un secreto no existe brujo, hechicera, dragón ni siquiera un hada que resguarde el castillo 

de cristal ¿Ya sabes por qué? Seguro sabes la respuesta y no te gustara leerla o escucharla.

Con tus manos construiste el lugar en el que te gustaría vivir feliz y segura, sabes algo ¡Lo odias! 

Pero temes romperte si escapas de ese lugar que te empeñaste tanto en construir.

Te puedo decir de qué se conforma cada bloque de esa construcción,  lo conozco a la perfección. 

Yo te ayude a formar el mapa de ese castillo, yo estuve ahí cuando decidiste cerrar la puerta y no 

permitir que nadie se quedara, es por ello que tienes tantos cuartos de visitas. Después de todo 

nada es para siempre. Y temo decirte que el lugar donde habitas tampoco lo es.

El vació latente de la pared que admiras todas las noches  está lleno de amargura, tristeza y 

resentimiento que tapizaste felizmente con olvido y con ello elegiste eliminar cada parte buena 

que hay en ese dolor.

Jamás podrás recuperar esa parte de tu alma que dejaste morir tantos años atrás pero no cometas 

el mismo error querida, ya te he visto sufrir demasiado por ello.

Sabes cuál es mi lugar favorito dentro de esa fortaleza tuya, te doy una pista no es el cuarto de 

visitas, ni la sala donde hemos visto a tantas personas entrar y salir. El lugar que me causa mayor 

fascinación es la chimenea, rara vez la vemos encendida. La razón, causa peligro en nuestro amado 

hogar, no podemos permitir que se destruya. 

Nos da calor y nos proporciona la medida suficiente de felicidad. Después cuando se convierte en 

un estorbo simplemente la apagamos y jamás existió. 

En resumen ese es nuestro hogar un lugar lleno de sombras y calor suficiente para vivir, después 

olvidamos que alguna vez existió alguna chispa de luz pero en ese momento es lo más hermoso 

que podemos ver. Sabemos que será lo único hermoso que nos podemos permitir.

San Agustín alguna vez dijo “la medida del amor es amar sin medida,” pero es un engaño, después 

de todo que nos puede decir un santo que se la pasó toda su vida tratando de encontrar la verdad.

El lugar que construimos tu y yo, nuestro hermoso castillo de cristal existirá tanto como nuestro 

frió corazón lo permita y nuestra esperanza después de morir, es poder vagar en él y cuidarlo por 

la eternidad, para que nadie pueda entrar y así vivir, felizmente en el olvido.

¿Es hermoso nuestro futuro? Claro que sí.

Firman tu amiga y constructora del castillo.

La muerte.